Una de sus principales funciones es la conservación del vino, contribuyendo a formar su carácter, dándole autenticidad y aportándole valor. No solo preserva el vino de agentes exteriores, sino que además permite el final de su crianza.
El corcho comienza su labor en el momento exacto en el que entra en la botella y toma contacto con el caldo. Siendo su papel determinante, ya que incide de manera directa en la calidad final del vino.
El corcho es un material biodegradable, renovable y reciclable. Proviene de la corteza del alcornoque, y no es necesaria la tala del mismo para su obtención. Fue la elasticidad del material la que llamó la atención, a mediados del siglo XVII, de Dom Pierre Pérignon un monje de la Champagna francesa que observó como el corcho era un cierre lo suficientemente flexible como para resistir a la presión resultado de una segunda fermentación en botella.
Evita la oxidación del líquido y conserva las propiedades del vino con el paso del tiempo, a la vez que garantiza su correcta evolución en la botella.
Existen 5 tipos:
- Corcho natural: 100% corcho extraído del alcornoque.
- Corcho aglomerado: elaborados a partir de pequeños trozos de corcho, aserrín de corcho y poliuretano
- Corcho 1 + 1: combinación entre tapón de aglomerado con tapas de corcho natural en cada cabeza
- Corcho colmatado: corcho natural con imperfecciones rellenado con polvo de corcho y látex
- Corcho sintético: hechos con polímeros de alta calidad