Hablamos de vermú
Cuando hablamos del nacimiento del vermut hemos de empezar mencionando su antepasado más importante: el vino hipocrático. Fue el médico de la Grecia antigua Hipócrates el primero en añadir al vino varias hierbas aromáticas que hoy están presentes en el vermut, como el ajenjo o el díctamo.
Sin embargo hasta el siglo XVI este licor no recibiría el nombre por el que es conocido hoy, que viene de la denominación alemana del ajenjo: wermut.
Pero el considerado como creador de la bebida es Antonio Carpano, un destilador italiano que añadió al vino blanco más de 30 hierbas aromáticas y especias diferentes.
El primer establecimiento en ofrecer vermut en España fue el barcelonés café Torino, que en sus inicios tan sólo disponía de vermuts de la conocida marca italiana Martini.
Aunque cada vermut es único hay tres grandes tipos cuya mezcla de hierbas aromáticas es similar. Podemos elegir entre el vermut rojo, el blanco y el extra dry.
El vermut rojo es el más tradicional, rico en ajenjo, díctamo y edulcorado con azúcar caramelizada. Los italianos pronto se aficionaron a este tipo de vermut que fue el que desató el gusto por esta bebida en la región mediterránea.
Ante esta estupenda acogida Carpano pensó que su éxito se extendería si lograba conquistar al público femenino, así comenzó a comercializar el vermut blanco, un licor más dulce en el que predominan el enebro y la canela.
Por último, encontramos en contraposición el extra dry, la variedad seca y nada edulcorada que suele ser la mejor elección a la hora de elaborar cualquier tipo de cóctel.
Estos son los tipos principales, aunque el sabor y el tono son siempre distintos, lo que da lugar a una gran variedad. De esta forma hoy no sólo encontramos vermuts blancos o en diferentes tonos pardos, sino que también podemos disfrutar del vermú rosado.